Cualquier tendencia descontrolada hacia una actividad o uso de sustancias puede finalizar en una adicción. Generalmente, la palabra adicción va relacionada con el uso/abuso/abstinencia de sustancias químicas que alteran nuestro Sistema Nervioso Central.
En este caso, la adicción a las redes sociales, se podría definir como una afición patológica que genera dependencia, limitando enormemente la libertad del individuo en los diferentes contextos de su vida.
Estas conductas adictivas comienzan siendo controladas por reforzamientos positivos, es decir, por el propio placer de la actividad que se está realizando, poco a poco estas actividades se van realizando por el hecho de calmar la tensión emocional existente (reforzador negativo).
Una de las primeras definiciones que se estableció sobre la adicción a internet fue la realizada por Goldberg (1995):
- cambios drásticos en los hábitos de vida con el fin de tener más tiempo para conectarse
- disminución de la actividad física
- descuido de la salud propia
- evitación de actividades importantes para disponer de más tiempo para conectarse
- deprivación o cambio en los patrones de sueño
- disminución de la sociabilidad
- negligencia respecto a la familia, amigos y al trabajo
- deseo de estar más tiempo frente al ordenador/móvil/tablet...
Por otro lado, Shapira et al. (2003) destacan como elementos fundamentales del uso problemático de internet:
- la preocupación maladaptativa por el uso de internet (por ejemplo, experimentar una urgencia irresistible de usar internet...),
- la angustia clínicamente significativa o funcionamiento maladaptativo en las otras áreas de la vida (social, laboral, familiar...) debido al uso excesivo de internet.
En este punto, podemos mencionar lo recogido en la CIE-11 sobre el trastorno por uso de videojuegos, el cual estaría caracterizado por:
- un patrón de comportamiento de juego persistente manifestado por el deterioro en el control sobre el juego (tiempo de duración, inicio, contexto..),
- el incremento en la prioridad dada al juego frente a otros intereses y actividades de la vida diaria,
- incremento del juego a pesar de tener consecuencias negativas.
Todo este patrón de comportamiento sería lo suficientemente grave como para dar lugar a un deterioro significativo a nivel personal, familiar, social, educativo, ocupacional o en otras áreas importantes de funcionamiento.
Además, debemos tener en cuenta que los adolescentes son un gran grupo de riesgo por varios motivos: la búsqueda de nuevas sensaciones, de emociones fuertes, la cercanía y disponibilidad ambiental a las nuevas tecnologías... y porque es en esta edad cuando se está formando la identidad de la persona y puede resultar más vulnerable.
FACTORES DE RIESGO
Entre los factores de riesgo más importantes podemos destacar los siguientes:
- PERSONALES: vulnerabilidad emocional (por ejemplo, estado de ánimo disfórico, carencia de afecto, pobreza de relaciones sociales...), impulsividad, estilo de afrontamiento inadecuado, otros problemas psiquiátricos previos (como depresión, fobia social, hiperactividad...)
- FAMILIARES: baja cohesión familiar, clima familiar negativo, pobre comunicación entre los miembros de la familia, inexistencia de pautas de conducta sanas y adaptadas, estilos educativos permisivos/autoritarios/negligente...
- SOCIALES: pobreza en las relaciones sociales, dificultades en habilidades sociales y comunicativas, aislamiento social, relacionarse con personas que abusan de las nuevas tecnologías...
FACTORES DE PROTECCIÓN
Como factores de protección podemos mencionar:
- RECURSOS PERSONALES: tener una buena autoestima, correctas habilidades sociales, buenas habilidades comunicativas, estilo atribucional adecuado ("suspendí porque no estudié lo suficiente").
- RECURSOS FAMILIARES: buen clima familiar, comunicación familiar adecuada, establecimiento de normas y límites, afecto y comprensión en la familia.
- RECURSOS SOCIALES: apoyo social en el círculo de amistades.
CONSEJOS
- Adecuar el uso de las tecnologías según la edad.
- Establecer de forma consensuada con los menores el tiempo para estar conectado a internet (teniendo en cuenta los tiempos de estudio y de ocio).
- Procurar que durante esas conexiones a internet haya un adulto en casa que pueda supervisar y ayudar al menor en sus actividades en la red.
- Acompañamiento en la vida en internet, interesarnos y aprender sobre las aplicaciones que usa, cuál es la edad recomendada, cuál es el fin de dicha aplicación o red social...
- Enseñarles a protegerse en internet, no facilitando datos de carácter personal en la red, no respondiendo (y denunciando en caso necesario) a correos electrónicos o usuarios desconocidos, etc.
- Al igual que nos interesamos por sus amistades de forma presencial, debemos hacer lo mismo por las amistades de la red.
- Como sabemos, una buena comunicación y confianza son esenciales para mantener una buena relación y educación con nuestros hijos, en el caso de la vida virtual, debe ser igual. Nuestro hijo debe confiar en nosotros si tiene algún problema, debe saber que lo vamos a ayudar en cualquier momento y que lo apoyaremos.
En concreto sobre el uso de videojuegos:
- Enseñar que hay tiempo para todo.
- Si está cansado, nervioso, no ha dormido mucho, etc. no es buen momento para que nuestro hijo utilice videojuegos.
- Establecer unos minutos de descanso durante el transcurso del videojuego, que se levante, descanse la vista, nos cuente cómo va el juego...
- Estar atentos sobre la edad adecuada para cada juego.
Sobre el teléfono:
- Tener claro que el teléfono es un instrumento para comunicarse y con ello, educar en el uso correcto del móvil.
- Establecer límites sobre cuándo utilizar el móvil (por ejemplo, que no esté permitido el teléfono en las comidas, cenas... por supuesto, si pedimos esto, nosotros debemos cumplirlo también y no utilizarlo en esas situaciones).
- Consensuar un límite razonable de consumo mensual.
- Estar al día sobre cómo han ido sus comunicaciones.
OTROS RIESGOS
Debemos estar atentos porque existe el riesgo de padecer otro tipo de problemáticas asociadas a la adicción a las redes sociales y a internet. Por ejemplo, la obesidad, el sueño irregular, déficit de atención, menor rendimiento académico, situaciones de ciberacoso, ciberacoso sexual, fomento de la agresividad, dificultades en el desarrollo del lenguaje y adquisición de vocabulario...
referencias
Clasificación Internacional de Enfermedades, CIE-11.
Goldber, I. (2003). Internet addiction disorder. Diagnostic criteria.
Shapira N., Lessig, M., Goldsmith, T., Szabo, S., Lazoritz, M., Gold, M. y Stein, D. (2003). Problematic internet use: proposed classification and diagnostic criteria. Depress Anxiety, 17, (4), 207-216. doi:10.1002/da.10094
Comentarios
Publicar un comentario