Llamamos ciberacoso a aquellas conductas de maltrato y violencia psicológica en las relaciones interpersonales que se desarrollan a través de las tecnologías.
Entre sus características, destacan:
- Inmediatez de las acciones.
- Publicidad amplificada.
- Difusión instantánea.
- Viralidad e incremento del impacto.
Algunos ejemplos del ciberacoso pueden ser:
- Dejar de lado a alguien, hacer el vacío en un chat.
- Enviar mensajes desagradables, obscenos.
- Publicar fotos o información privada sin autorización de la persona en cuestión.
- Ridiculizar/insultar/etc a alguien en un videojuego.
- Crear falsos rumores o información y difundirla.
- Chantaje.
- Robar contraseñas y suplantar la identidad.
Los protagonistas
Los protagonistas de estas situaciones son:
- Los agresores.
- Las víctimas.
- Los espectadores.
- La familia.
- El ámbito escolar (no siempre).
Así, los AGRESORES, suelen presentarse como personas con una baja autoestima, falta de empatía, baja tolerancia a la frustración, buscan satisfacer sus necesidades de forma inmediata y si no consiguen lo que quieren explotan con facilidad. Se trata de personas caracterizadas por su agresividad ya sea verbal y/o física, explosiones de ira, falta de control emocional. No poseen estrategias adecuadas de resolución de conflictos ni habilidades sociales.
Por otro lado, nos encontramos con las VÍCTIMAS. Las víctimas suelen presentar las siguientes características: personas inseguras, con baja autoestima, tímidas, presencia de ansiedad, falta de habilidades sociales. Poseen altos niveles de estrés.
En cuanto a los ESPECTADORES, existen tres tipos: los facilitadores, que serían aquellos niños que viendo la situación de ciberacoso siguen al acosador (puede ser por miedo, por intentar encajar, porque les divierte...), es decir, facilitan y refuerzan el comportamiento del acosador; los pasivos "eso no es asunto mío" no toman parte ni interfieren en la situación, se mantienen al margen totalmente; y los activos que serían aquellos niños que al ver la situación de ciberacoso buscan frenan al agresor y denunciar la situación.
En cuanto al ámbito FAMILIAR, podemos destacar los diferentes estilos educativos.
- Democrático: mayor afecto y mayor exigencia -> personas asertivas, empáticas, con capacidad de superación, buenas habilidades sociales.
- Permisivo: mayor afecto, menor exigencia -> personas autoritarias, caprichosas, baja capacidad de superación, poco autocontrol.
- Indiferente: menor afecto, menor exigencia -> baja autoestima, no respetan las normas, baja empatía, muy vulnerables a los conflictos.
- Autoritario: menor afecto, mayor exigencia -> personas sumisas, baja autoestima.
Las situaciones de ciberacoso producen consecuencias muy graves en sus principales protagonistas.
Por ejemplo, en las VÍCTIMAS, las principales secuelas son el fracaso y las dificultades académicas, una gran disminución de la autoestima, fobia escolar y/o social, cuadros de depresión, niveles altos y continuos de ansiedad o indefensión aprendida.
Por otro lado, en los AGRESORES, las consecuencias más relevantes serían: un aumento de las dificultades en sus relaciones, desarrollo de conducta delictiva, incremento de las imposiciones, aprendizaje de la agresión como medio para conseguir objetivos, así como el riesgo de extender la violencia a otros ámbitos.
¿Qué podemos hacer si nuestro hijo es víctima?
Debemos crear un momento de intimidad y confianza, hablar en un tono tranquilo, mantener siempre la calma, escuchar sin interrumpirle, expresar que él no es el culpable de la situación, no echar en cara o decirle lo que debería hacer hecho.
Es importante evitar aquellas conductas negativas y poco efectivas como pueden ser culpabilizarnos, pensar que estamos fallando en nuestras responsabilidades, considerar que no hemos estado atentos, enfadarnos con nuestro hijo, dudar de lo que nos cuenta, instar a nuestro hijo a que utilice las mismas formas y conductas de sus agresores...
Para ayudarle a superar esta situación podemos identificar las cosas positivas, realizar con él aquellas actividades en las que se sienta bien, potenciar su autoestima, confianza en sí mismo, así como su propio respeto.
¿Y si nuestro hijo es el agresor?
Debemos mostrar empatía con la víctima, potenciar la asunción de responsabilidades, enseñarle a identificar y corregir aquellas conductas inapropiadas, buscar soluciones a los conflictos de forma pacífica y resolutiva, trabajar la inteligencia y regulación emocional. También es importante trabajar en la reparación del daño y el perdón. Debemos reflexionar con él sobre los valores y actitudes sociales y propios.
¿Qué podemos hacer para prevenir el ciberacoso?
Debemos resaltar que la educación y confianza entre los progenitores y los hijos es clave.
Establecer unas normas claras de uso de las tecnologías. Límites, deberes, responsabilidades... adecuándolos a la edad del menor y su desarrollo.
Podemos acompañar a nuestro hijo en su vida online, ¿qué contenidos le gustan?, ¿qué páginas suele visitar? ¿cuáles son las personas influyentes que le interesan?, hablar con él sobre estos temas, ver contenidos con él, interesarnos en sus gustos... aportarle educación y seguridad en la red. Así como en los juegos online que le gustan y a los que puede jugar.
Se trata de acompañar y enseñar, nunca de espiar.
También podemos reflexionar con nuestro hijo sobre su imagen y la de los demás en internet, las difusiones, los videos virales, etc.
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